El cuerpo humano en un chip: superando las limitaciones de los organoides con chips milimétricos
Seguro que muchos de vosotros ya os habéis percatado de un inconveniente importantísimo de los organoides. Y es que reproducen con relativamente buena fidelidad estructuras de un tejido o un órgano en concreto, pero ¿qué pasa cuando estamos interesados en la función asociada a varios compartimentos de ese órgano, como la absorción intestinal o el intercambio de gases en la respiración? ¿Y cuando queremos estudiar la interacción distintos órganos de un organismo?
La arquitectura funcional de los órganos y la comunicación y la señalización entre estos son fundamentales en multitud de patologías como la diabetes, la obesidad o el cáncer, así como en diversas enfermedades cardiovasculares e inmunitarias.
Hasta hace muy poco, los experimentos que tenían como objetivo estudiar estos procesos solo se podían realizar en modelos animales. Y, aunque, a día de hoy, siguen siendo los preferidos, los órganos sobre chips son una alternativa de moda en determinados contextos, puesto que además permiten analizar en detalle elementos que no pueden estudiarse in vivo.
¿Qué es un órgano en un chip?
Un órgano en chip (organ-on chip)
es un sistema basado en células o tejidos humanos modificados que se mantienen
vivos en compartimentos dentro de pequeñísimos chips microfluídicos. 1, 2,
3, 4
Figura 1. Dimensiones y volúmenes
de contenido de un chip para órganos estándar. Modificado de Ref. 4
Una red de canales muy finos permite
la comunicación entre los diferentes cultivos celulares que se mantienen en los
distintos compartimentos, regulando así de forma precisa el microambiente al
que están sometidas las células para garantizar condiciones más cercanas a las
fisiológicas. El control minucioso del microambiente contribuye al mantenimiento adecuado de las funciones de las células individualmente
y en el contexto generalizado del órgano. 1, 5, 3
Las células puede provenir de
cultivos primarios (como biopsias de pacientes o incluso organoides) o de
líneas celulares inmortalizadas, pero las más prometedoras son las derivadas de
células madre pluripotentes inducidas, dado que recapitulan la enfermedad
específica del paciente y son útiles para estudios de respuesta a fármacos o fenotipos
de enfermedad.2
Naturalmente, son sistemas que no
replican a la perfección las características fisiológicas del órgano o del
organismo completo. Pero muchas veces se prefieren modelos sencillos que dejen
de lado variables fisiológicas cuya interferencia es difícil de controlar o de
entender in vivo. ¡Os explicamos algunos ejemplos a continuación!
Pero si todavía no os ha quedado claro el concepto, os recomendamos este video introductorio:
Reconstruyendo la arquitectura de un único órgano en un chip
Los sistemas de un solo órgano (single-organ systems) intentan replicar en el chip características funcionales de un
órgano concreto.1, 2, 5, 6 Los más interesantes son, por lo que
aportan con respecto a los organoides convencionales, los que imitan barreras
corporales.
Algunos organ on chips replican
la barrera de absorción intestinal, formados por una capa de epitelio del
intestino que separa dos compartimentos correspondientes al lumen del intestino
y a la sangre. En ellos se puede estudiar la absorción de fármacos administrados
por vía oral, que se suministran de forma medida y recirculan, por lo que sería
el compartimento luminal del chip.6 Algunos chips integran incluso
un sistema que hace la membrana contráctil, simulando los movimientos
peristálticos del intestino.7, 8
Figura 2. Representación de un
organ on chip intestinal. A la izquierda, esquema de las cámaras apical (equivalente
al lumen intestinal) y basal (equivalente a la sangre) junto con una cámara de
vacío para contractilidad del tejido. A la derecha, tipos celulares y
organización en la barrera intestinal del chip, incluyendo el epitelio intestinal,
el endotelio del capilar sanguíneo y otras células circulantes en la sangre. Modificado
de Ref. 8.
Si recordáis, además, en la entrada sobre organoides cerebrales, mencionábamos que una de sus limitaciones era que no recapitulaban la barrera hematoencefálica (BHE), la responsable de regular qué sustancias pueden acceder al cerebro desde el torrente sanguíneo. Pues bien, existen organ on chips que contienen dos compartimentos similares al parénquima cerebral y al torrente sanguíneo separados por una membrana con los tipos celulares de la BHE.9 Comprender la difusión de diferentes fármacos a través de la BHE es esencial porque aquellos dirigidos al cerebro deben poder traspasarla, mientras que algunos son neurotóxicos y la permeabilidad de la BHE a los mismos podría ser letal.
Algunas otras funciones que
pueden estudiarse en estos modelos porque no son accesibles in vivo son la
contractilidad del músculo cardiaco10 o la interfase
alveolo-capilar en el pulmón, que se ve dañada en procesos infecciosos y que responde
a estímulos mecánicos para permitir la entrada de sustancias al organismo a
través de los pulmones, como pueden ser contaminantes aéreos2. ¡Impresionante!,
¿verdad?
Figura 4. Esquema de un organ on chip de pulmón, que mimetiza los estímulos mecánicos asociados a la respiración para estudiar el intercambio de sustancias entre el aire entrante en los pulmones y los capilares sanguíneos en el alveolo. Modificado de Ref. 2.
El cuerpo humano en un chip para entender las interacciones entre órganos
Los chips multiórgano se han diseñado para comprender la interacción entre órganos a nivel
sistémico; es decir, a través del intercambio de moléculas de señalización
solubles entre distintos órganos por medio del torrente sanguíneo.5
Figura 5. Distintos tipos de
organ-on chips obtenidos de pacientes. Modificada de Ref. 3.
Un sistema primitivo para el
estudio de la toxicidad del naftaleno en pulmón incluía compartimentos donde se
depositaban células hepáticas y células pulmonares, de modo que se pudiese analizar
el efecto de la toxicidad de productos de la degradación de naftaleno en el
pulmón. Una ventaja de este sistema es que emulaba el flujo sanguíneo del
organismo, desviando parte del mismo a otros tejidos representados por
compartimentos vacíos, útil a su vez para eliminar interferencias provocadas
por estos elementos.11
Pero la tecnología ha evolucionado
y, una de las contribuciones más importantes en los human on chip (como también
se llama a los chips multiórgano) ha sido la incorporación de componentes del
sistema inmunitario humano, con ciertas diferencias con el de ratón que hacían
que este modelo no fuese óptimo. Además, los órganos en chip simulan la
circulación de las células del sistema inmunitario por la sangre, a través de los elementos
contenidos en el chip.
La importancia del sistema inmunitario en enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal es crítica. Ahora esta contribución se pueden estudiar in vitro gracias a chips multiórgano de intestino e hígado, órgano que produce ácidos grasos libres con capacidad de modular el sistema inmunitario.12
Pese a que los organ on chips son difíciles de generar y de mantener, entre otros porque aún no está estandarizado, son capaces de aportar información valiosísima a la que no tendríamos acceso de otra manera. Por razones evidentes, no capturan la fisiología completa de un organismo, pero tienen aplicaciones valiosísimas porque integran componentes celulares y tisulares humanos en un ambiente donde se pueden controlar al milímetro todos los estímulos. De esta forma, los órganos en chip pueden modelar enfermedades en contextos humanos, replicar in vitro la fisiología de funciones cuyo estudio in vivo sería imposible y, por si fuera poco, podrían agilizar las últimas etapas de ensayos preclínicos con nuevos fármacos, reemplazando los modelos animales.
Aun así, hay todavía muchas mejoras posibles. ¿Se os ocurren algunas? ¿Crees que investigar con estos sistemas tiene las mismas implicaciones que hacerlo con humanos o con animales?
Os leemos en los comentarios, ¡hasta la próxima semana!
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